Leona Vicario
Era una mañana fría del mes de agosto del año de 1817, el cielo se veía completamente gris los truenos y relámpagos presagian un fuerte aguacero. A lo lejos se escucha el galope de dos caballos que vienen en una loca carrera. Es Andrés Quintana Roo que salió muy temprano con rumbo a Achiplixtla poblado próximo a la cueva ahí están escondidos su esposa y algunos insurgentes, él sale temprano con la firma determinación de buscar a la comadrona del lugar para que asista a su amada Leona Vicario, quien esta en proceso de parto.
A lo lejos en su loca carrera empieza a ver el refugio donde se encuentra su amada , al fondo de la cueva yace Leona Vicario acostada en el suelo junto a una enorme fogata, su cara denota mucho cansancio, angustia y dolor por las largas horas de parto. Entre los insurgentes que los acompañan se siente un ambiente tenso, sentimientos encontrados se reflejan en sus rostros a cada momento hay mucha alegría por la llegada de un nuevo ser procreado por el amor puro y sincero de dos seres amantes de ideales de libertad, pero a la vez se refleja una fuerte tensión y un miedo profundo por lo que fuera a suceder esa mañana, por las condiciones tan deplorables y deprimentes en que está por llegar ese nuevo ser.
Andrés llega a la cueva corre a ver a su amada, la cara de Leona se transforma en una leve mueca de alegría por ver a su amado, él la toma de la mano y le dice ¡ánimo amor! Todo va a salir bien te lo prometo.
Los minutos pasan lentamente afuera la lluvia empieza a caer, de pronto se escucha un aterrador grito, exhausta Leona deja escapar un gemido más y da a luz una hermosa bebita, la comadrona la toma entre sus brazos la cubre con una manta y se la da a Andrés, quien la toma en sus brazos y la besa. Él con lágrimas en los ojos le dice que es lo más hermoso que le ha pasado en su vida y que ella es el producto de un amor profundo.
Después del parto Leona cae desmayada por tanto dolor, su marido corre y la toma entre sus brazos la besa en la mejilla y le pide perdón por tanto sufrimiento. Leona voltea su cara lo mira profundamente a los ojos y le contesta ¡amor mío! tu bien sabes que esto no es nada comparado con el dolor y sufrimiento que han padecido por muchos años las personas más humildes en la Nueva España. Por este amor leal a la causa de independencia esta situación no me vencerá seguiremos en lucha por el bien de todos. Así era esta mujer rebelde y de convicciones firmes en favor de la Independencia de México
Los amigos de la pareja festejan con ellos la llegada de Genoveva y ahí Ignacio López Rayón funge como padrino de la niña. Días más tarde son capturados por tropas del gobierno del virrey y reclutados en la ciudad de Toluca hasta que finaliza la guerra de Independencia.