domingo, 17 de abril de 2011

Texto narrativo

                                                            Leona Vicario
Era una  mañana fría del mes de agosto del año de 1817,  el cielo  se veía completamente gris los truenos y relámpagos presagian un fuerte aguacero. A lo lejos se escucha el galope de dos caballos que vienen en una loca carrera. Es Andrés Quintana Roo  que salió muy temprano con rumbo a Achiplixtla  poblado próximo a la cueva ahí están  escondidos su esposa y  algunos insurgentes, él sale temprano con la firma determinación de buscar  a la comadrona del lugar para que asista a su amada Leona Vicario, quien  esta en proceso de parto.
A lo lejos en su loca carrera  empieza a  ver  el refugio  donde se encuentra su amada ,  al fondo de la cueva  yace Leona  Vicario acostada en el suelo junto a una enorme fogata, su cara denota mucho cansancio, angustia y dolor por las largas horas de parto. Entre los insurgentes que los acompañan  se siente un  ambiente tenso, sentimientos encontrados se reflejan en sus rostros  a cada momento hay mucha alegría por la llegada de un nuevo ser procreado por el amor puro y sincero de dos seres amantes de ideales de libertad, pero a la vez se refleja una fuerte  tensión y un miedo profundo  por lo que fuera a suceder esa mañana, por las condiciones tan deplorables y deprimentes en que está por llegar ese nuevo ser.
Andrés llega a la cueva corre a ver a su amada, la cara de Leona se transforma en una leve mueca de alegría por ver a su amado, él la  toma de la mano y  le dice  ¡ánimo amor! Todo va a salir bien te lo prometo.
Los minutos pasan lentamente afuera la lluvia empieza a caer, de pronto se escucha un aterrador grito, exhausta Leona deja escapar un gemido más y da a luz una hermosa bebita, la comadrona la toma entre sus brazos la cubre con una manta y se la da a  Andrés, quien la toma en sus brazos y la besa. Él con lágrimas en los ojos le dice  que es lo más hermoso que le ha pasado en su vida y que ella es el producto de un amor profundo.
Después del parto Leona cae desmayada por tanto dolor, su marido corre y la toma entre sus brazos la besa en la mejilla y le pide perdón por tanto sufrimiento. Leona voltea su cara  lo mira profundamente  a los ojos y le contesta  ¡amor mío!  tu bien sabes que esto no es nada comparado con el dolor y sufrimiento que han padecido por muchos años las personas más humildes en la Nueva España. Por este amor leal a la causa de independencia esta situación no me vencerá seguiremos  en lucha por el bien de todos. Así era esta mujer rebelde y de convicciones firmes en favor de la Independencia de México
Los amigos de la pareja festejan con ellos la llegada de Genoveva y  ahí Ignacio López Rayón funge como padrino de la niña. Días más tarde son capturados  por tropas del gobierno del virrey y reclutados en la ciudad de Toluca hasta que finaliza la guerra de Independencia.

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